Conociendo al vecino (Charlus A. Schneider)

Mi amada Berlín, el mundo entero, todo eso había quedado atrás para trabajar en la academia, de vuelta a Kuchen, un lugar en el que la gente teme todavía lo inexplicable. Sabía a dónde debía dirigirme. La mansión Rothstein. A veces pienso que tener el mismo nombre que una casa es ridículo, pero solo a veces, no siempre.
Aunque podía haber tomado un carruaje para ir hasta mi nuevo hogar, preferí ir andando, así aprovechaba para mantenerme en forma. Siempre va bien caminar uno mismo un rato cada día. Y durante mi caminar, observaba el pueblo. Apenas habían cambios, mientras que en la mayoría de ciudades en las que he estado ya están utilizando otro tipo de iluminación más novedoso y moderno, aquí continúan con las de aceite. Cuando hacen algo nuevo es para mejor, y es algo que aquí no voy a poder cambiar, así que no tengo más que aceptarlo. Solo tengo que terminar la investigación y podré marcharme a otro lugar.

Me estaba acercando, pues a lo lejos podía vislumbrar mi temporal hogar, o eso espero. Camino recto, con el porte heredado de la familia. Cuanto más cerca, más veía la mansión, bueno, las mansiones. Rothstein y Schneider. Y mientras llego. "¿Saldrá alguien a darme la bienvenida?" No  me gustaría, sería llamar mucho la atención, aunque eso es algo a que a mi familia les encanta hacer, hacerse notar. Como si el propio apellido familiar no fuera ya bastante conocido en la región. Tal vez yo pueda hacerme notar en el mundo de la medicina, quién sabe.